Rito de Ingreso al Programa – AFT PF“El Conquistador Coelemu”

Como parte significativa del proceso de incorporación al Programa de Acompañamiento Familiar Territorial “El Conquistador Coelemu”, cada niño, niña y adolescente, junto a su grupo familiar, participa en una actividad simbólica que marca el inicio de su trayectoria dentro del dispositivo: la plantación de una especie vegetal en un macetero elaborado con materiales reciclados, como botellas plásticas y tapitas, traído por la propia familia.

Este acto simbólico representa el rito de ingreso al programa y tiene como propósito establecer un compromiso inicial con el proceso terapéutico. La planta, en su fragilidad inicial, requiere de cuidados constantes, atención y acompañamiento para poder desarrollarse de manera saludable. De este modo, se convierte en una metáfora viva del proceso de intervención: el crecimiento sostenido que se espera lograr en el NNA y su entorno familiar, a través del fortalecimiento de los vínculos, la responsabilidad compartida y la generación de condiciones propicias para el cambio.

A medida que la planta crece y se fortalece, se transforma en un reflejo tangible del avance y transformación interna de la familia. Su cuidado cotidiano refuerza el sentido de pertenencia al programa, permitiendo establecer una conexión emocional entre la familia, el espacio terapéutico que los acoge y la esperanza de transformación. La naturaleza, en este contexto, se convierte en vehículo de sanación, resiliencia y agencia personal.

Asimismo, la elección de materiales reciclados para la confección del macetero responde a una intención educativa y ecológica: promover una conciencia medioambiental activa, revalorizando aquello que socialmente es considerado desecho, y otorgándole un nuevo propósito. Este gesto invita a reflexionar sobre la posibilidad de cambio, renovación y transformación tanto en lo personal como en lo comunitario.

Cada planta, contenida en su envase único y elaborado con esmero, simboliza no sólo el proceso individual y familiar de crecimiento, sino también el compromiso de cada participante con el entorno natural y social. Así, el rito de ingreso se transforma en una experiencia significativa que fusiona el cuidado del otro, la esperanza de evolución y el respeto por el mundo que habitamos.